La Literatura griega es aquella que fue escrita por autores autóctonos de Grecia
y áreas geográficas de influencia griega. Estas obras están
frecuentemente compuestas en alguno de los dialectos griegos, pero no
necesariamente. Se extiende a lo largo de todos los periodos históricos
en los que han existido escritores griegos.
1. Homero y la épica
Apenas
si hay noticias sobre el primero y más importante de los poetas de la
antigüedad. Creían los griegos que Homero nació en Quíos o en Esmirna,
en la costa jonia –aunque hasta siete ciudades se disputan su cuna,
posiblemente en la costa occidental de Asia Menor-, entre los siglos IX y
VIII a.C.; y también se dice que era ciego (la leyenda explicaría así
su nombre, que parece que común entre los cantores épicos). De él han
sobrevivido los dos monumentos literarios más importantes del mundo
antiguo,
la Ilíada y
la Odisea. Y además, probablemente, Homero ni siquiera fue el
redactor de estas obras, sino sólo el compilador de un material más
antiguo, cantos épicos cantados por “aedos” o rapsodas que, bien
recitaban con cítaras y liras, bien improvisaban relatos de la época
micénica sobre los reyes y jefes guerreros de tiempos heroicos. Homero
tal vez fue el último y más importante de estos “cantores” de obras de
carácter colectivo, y las recrearía dándoles una unidad de composición,
de estilo y de contenido.
La Ilíada y
la Odisea pertenecen al género literario de la poesía épica, que
cuenta los mitos de las grandes gestas de los antiguos héroes, violentos
y aventureros, “los mejores de los humanos” semejantes a dioses,
destinados al combate y la muerte. Unos hombres superiores de los que se
guardará un recuerdo imborrable durante siglos gracias a sus brillantes
hechos y a su fama inmortal. De estos “ciclos” (continuaciones de los
asuntos homéricos y legendarios elaborados por diferentes autores
durante siglos) los más conocidos entre los griegos eran el “troyano”
(que incluye los relatos del juicio de Paris, la guerra de Troya, los “nostoi”
de los monarcas griegos –el regreso trágico de la guerra troyana-), el
“tebano” (centrado en la figura de Edipo), los “trabajos de Hércules”,
el viaje de Jasón y los “Argonautas” en busca del Vellocino de Oro y
otros como las historias sobre Perseo y Teseo.
La Ilíada y
la Odisea , por su parte, comparten además unas características
peculiares de su género épico. Entre ellas se pueden destacar las
siguientes:
a) Sin
pretender escribir Historia, los poemas mezclan elementos arqueológicos
(históricos, sociales, ...) de épocas diferentes, tanto antiguos como
modernos.
b) Están repletas de largas digresiones, comparaciones, pasajes repetidos y fórmulas fijas, habituales en la épica oral.
c) Reviven antiguas leyendas y relatos (mitología griega).
d) Se basan en el contraste de personalidades, pasiones y acciones de los protagonistas, contrastando la humanidad y la crudeza.
e) Describen solemne y sencillamente el mundo heroico de tiempos antiguos, sin intención de precisión histórica.
Y en ambas obras
Homero ha dejado una huella que perdurará siglos, proponiendo unos temas
que han de convertirse en universales: las grandezas y miserias del
hombre, su sentido del honor, del odio, del amor, la amistad, la
religiosidad, cristalizado todo ello en un maravilloso mundo poético.
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La Ilíada
Es
“el poema de la guerra, la furia y la muerte” y está compuesto por más
de 15.000 versos repartidos en 24 cantos. Cuenta algunos sucesos de la
primera parte del “ciclo troyano” –no todos- acontecidos durante la
guerra de Troya, que sucedió aproximadamente sobre el año 1250
a.C.: el asedio que las tropas griegas dirigidas por el rey de reyes
Agamenón hicieron sobre las murallas de la inexpugnable Ilión (Troya),
la de los muros erigidos por el dios Poseidón y gobernada por el rey
Príamo. Sin embargo, de los 10 años de asedio, Homero apenas si nos
cuenta los episodios de un par de meses en el décimo año de guerra, la
llamada “cólera de Aquiles”: el enfrentamiento del protagonista griego
con Agamenón a causa de una esclava prisionera, Briseida; el retiro de
Aquiles del combate y las consiguientes derrotas griegas, huérfanas del
primero de sus héroes; la lucha de Patroclo con las armas del “pélida” y
su muerte; el dolor de Aquiles y su retorno al combate para vengar la
muerte de su favorito; por último, la derrota del troyano Héctor, cuyo
cadáver es cruelmente arrastrado en torno a la ciudad, y la entrega de
su cadáver al rey Príamo, para celebrar unos funerales apropiados.
La Odisea
Si
la Ilíada narra la leyenda de las guerras de los héroes micénicos,
la Odisea es la historia de un viaje, paradigma de las grandes
aventuras humanas que exigen enormes sacrificios personales y notables
hazañas colectivas. El viaje de Ulises (u Odiseo), rey de la pequeña
isla de Ítaca, que ayudó con sus muchas e ingeniosas argucias (él ideó,
por ejemplo, la creación del fatídico “caballo”) al término de la larga
guerra troyana. Pero Ulises, “el astuto”, el que se disfraza, el más
inteligente e ingenioso de los monarcas griegos, sufrió como muchos
otros reyes un castigo divino que le impedía regresar en paz a su reino.
Y
después de diez años de combate, anduvo errante durante otros tantos en
soledad o con algunos de sus hombres por todo el Mediterráneo, a
expensas de la ira del dios Poseidón, hasta que finalmente dio con sus
heridos huesos en la isla de la ninfa Calipso. Pudo luego llegar a
tierra de los acogedores Feacios, donde narró las aventuras y desgracias
más famosas de la literatura: sus peripecias con los lotófagos (los que
provocaban el irreparable olvido), el encuentro esperanzado con el dios
Eolo, su enfrentamiento con el cíclope Polifemo (aquel de un solo ojo,
engañado y cegado por Ulises-“nadie”), la maga Circe (que convertía a
los compañeros del rey en animales), su descenso al Hades (el clásico
mundo de los muertos en el que, entre las difusas almas de los difuntos,
se encontró con el adivino Tiresias), su lucha con el desesperante
canto de las sirenas y con los monstruos Escila y Caribdis, y la llegada
a la isla maravillosa de Calipso. Acabado el relato, Ulises consigue
llegar a casa, a su ansiada Ítaca, donde aún le quedan serios problemas
por resolver: su fiel esposa Penélope confía en su llegada desde hace 20
años, pero está rodeada de nuevos y aprovechados pretendientes que
invaden el palacio real. Ulises, disfrazado de anciano gracias a las
artes de su protectora Atenea, logra entrar en su casa y acabar con los
enemigos gracias a la ayuda de su hijo Telémaco.
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